UNA CLASE

UNA CLASE
EN UNA CLASE MAGISTRAL

martes, 14 de marzo de 2017

EVOCACIÓN DE LA CIRUGÍA: GENERAL Y FACULTATIVA.

EVOCACCIÓN DE LA CIRUGÍA: GENERAL Y FACULTATIVA
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Vladimir Vladimirovich Vinogradov organizó ambas cátedras (estaban unidas al principio)  en 1963, las cuales funcionan en el Hospital 64 en la calle Vavílov. Nuestro profesor de Cirugía General fue Andrei Vasilevski, un hombre muy servicial, bonachón y de pelo blanco, cuyas clases   parecían más bien  una tertulia entre amigos. Con él aprendimos los conceptos más elementales de la cirugía y tuvimos las primeras prácticas de sutura.
2
La Cirugía General la estudiamos con el manual del académico Struchkov; no obstante, casi todos los temas del programa (especialmente de la cirugía facultativa) lo revisábamos en los libros  y folletos escritos por nuestros profesores: Apendicitis (Vinogradov y Pautkin), Elementos de Técnicas Médicas (Pautkin), Hemorragias (Vinogradov y Vasilevski), Métodos especiales para el estudios de las vías biliares (Lapkin y Pautkin), Cirugía en las lesiones de las vías biliares (Vinogradov, Vishnieski y Pautkin), etc.
3
Vasilevski respondía a casi todas nuestras interrogante con una especie de refrán: “Sucede hasta lo que no sucede” (бывает то чего не бывает).Pautkin solía decir una frase redundante: “El problema de la enseñanza de la Cirugía radica en que los estudiantes son muchos y el profesor es uno solo”.
4
El personaje principal de estas cátedras de cirugía fue y lo sigue siendo, aún después de muerto, Vladimir Vladimirovich Vinogradov (1920-1986). Su forma de ser era una combinación de contradicciones anímicas: soberbio y bondadoso, burlón y comprensivo, locuaz y silencioso, etc.
5
Vinogradov representaba más edad de la que cargaba sobre sus hombros: apenas tenía sesenta años cuando fue nuestro profesor, pero parecía un anciano, aspecto que acentuaba, aún más,  una ligera joroba. Tras su  carácter huraño y reservado estaba encerrada, probablemente, con todas las consecuencias y huellas morales del caso, una parte de la historia de las represiones estalinistas: su padre Vladimir Nikitich Vinogradov, un destacado internista, fue el último médico personal de Stalin, y fue arrestado y torturado salvajemente porque le dijo al dictador que era hipertenso y por eso debía descansar. Stalin, por supuesto, descifró ese diagnóstico como  parte de un complot mayor que involucraba a otros médicos, a Israel y a los EE UU.
6
Las sospechas y retaliaciones eran extensivas hasta los familiares de los indiciados. Así que nuestro Maestro Vinogradov también recibió algunas gotas de la bilis que le dieron al padre. De allí viene lo amargo de su talante.
7
En las clases magistrales Vinogradov criticaba duramente algún tratamiento quirúrgico descrito en los manuales  y  proponía su propio método, como el que inventó para tratar la pancreatitis aguda. A Vasilevski,  su colaborador, pero que parecía más bien su paje, le hacía observaciones el alta voz (por no decir con gritos) y lo llamaba “Andriusha” (Andresito). Este diminutivo, en ocasiones sonaba despectivamente; y en otras, con cariño.
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Luego de una intervención quirúrgica, Vinogradov se retiraba a un rincón del pasillo y fumaba. Se iba al cafetín y se sentaba. Pedía una taza de café negro, sobre la cual vertía  licor de una botellita que cargaba siempre en un bolsillo de la bata. Nos miraba, esbozaba una sonrisa y en tono irónico decía: un “profiesor” tiene derecho a beber café con coñac.
9
Enfermó de cirrosis hepática con todas  sus etapas, incluyendo la hemorrágica;  y llegó a vivir en una sala del hospital de manera permanente. Era al mismo tiempo médico y paciente. Pero luego, con el avance de las complicaciones, abandonó sus quehaceres hipocráticos y docentes para convertirse solamente en un enfermo terminal.
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Me correspondió rendir el examen estatal de Cirugía, precisamente, a Vinogradov. Señaló los retratos de los pioneros de la cirugía rusa. Por mis ojos desfilaron Pirogov, Sklifosovski, Vishnevski, Spasokukoshki, Burdenko y otros. Luego vino una especie de debate en el que claramente yo llevaba la peor parte. Al final dijo que cuando nos graduamos de médicos, tenemos muchos conocimientos pero poca práctica. “Vendrá la experiencia y todo se emparejará”. Al despedirme me sugirió que viajara hasta la última morada de Pirogov en Ucrania. Este  mandato lo cumplí cuando visité el museo del padre la cirugía rusa en Vinnitsa y pude ver su cuerpo embalsamado.
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Vladimir Vladimirovich Vinogradov es considerado en la actualidad uno de los baluartes más  talentosos y brillantes en la historia de la cirugía rusa. En su memoria se realizan todos los años en nuestra universidad unas jornadas quirúrgicas que llevan su nombre (Виноградовские чтения).
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Yo recuerdo a Vinogradov con un sentimiento ambiguo que se mueve entre la admiración y la tristeza.














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