UNA CLASE

UNA CLASE
EN UNA CLASE MAGISTRAL

domingo, 12 de febrero de 2017

EVOCACIÓN DE LA HISTOLOGÍA

EVOCACIÓN DE LA HISTOLOGÍA
1
Las clases de histología eran muy atractivas. Estudiábamos por un atlas, diseñado por Eliseev, fundador de la cátedra. Observamos por el microscopio y dibujábamos. Elisieev, quien también fue jefe en  histología del Instituto Médico Nro 1, Sechenov,  dirigió la revista “Archivos de anatomía, histología y embriología”. Sus trabajos de investigación tienen que ver con la influencia de los vuelos cósmicos sobre las células.
2
La jefa de la cátedra era Nina Aleksevna Yurina. La mayoría de las clases magistrales estaban a su cargo. Yurina publicó más de 200 trabajos científicos y un manual de histología, empleado en todas las facultades de medicina de la URSS.
3
Las clases prácticas las teníamos con Adel Ivanovna Radostina y  Valentina Remizova.  Radostina era una investigadora con más de cien trabajos científicos publicados. Escribió junto con Yurina el manual de histología y embriología  con el cual estudiábamos con el microscopio. Era muy bondadosa y cariñosa en sus explicaciones. Su humildad contrastaba con sus logros académicos. Tenía un leve defecto en el cuello, el cual se mostraba ladeado. Los estudiantes le dieron el apodo de “Esternocleidomastoideo”,  el músculo del cuello que permite el giro y el movimiento lateral de la cabeza, demostrando agudeza y precisión anatómica, pero también un injusto y mordaz humor para quien sólo nos enseñaba con esmerada paciencia y comprensión. Bueno, eso es lo a uno le parece con el correr del tiempo.
4
Una vez, durante una clase de laboratorio, debíamos precisar y dibujar las partes de un  órgano, mientras Remizova explicaba lo que debíamos ver para llevar al álbum con nuestros lápices de colores. Le dije que no veía con exactitud lo que ella indicaba. Inmediatamente me respondió:
-Hay que fantasear para ubicar y ver lo que se busca.
He tratado de descifrar esa frase a lo largo de los años. Ahora creo entender su significado: la ciencia no puede existir sin el arte; y más pedestremente: uno ve lo que quiere ver. Soñar no cuesta nada.

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