VOCACIÓN DE LA FISIOLOGÍA
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Quienes estudiamos Medicina en la Universidad Rusa de la Amistad podemos decir con orgullo que nos nutrimos en las fuentes más ricas del saber, herederas de las mejores tradiciones rusas en el ámbito académico, científico y cultural. Y esta afirmación es particularmente cierta en el caso específico de una disciplina: la Fisiología.
En efecto, nuestra Cátedra de Fisiología fue fundada y organizada por Peter Kusmich Anojin, un adelantado discípulo de Iván Petrovich Pavlov, Premio Nobel de Medicina y Fisiología. Anojin fue el primero en formular la teoría de los sistemas funcionales, aplicada a los procesos fisiológicos.
Antes de trabajar con Pavlov, Anojin se había iniciado como investigador bajo la conducción de Vladímir Béjterev (neurólogo, fisiólogo y psiquiatra ruso), famoso en la Historia de la Medicina por describir por primera vez una entidad nosológica que lleva su nombre: la enfermedad de Béjterev (espondilitis anquilosante), morbo parecido a la artritis reumatoide, pero con el factor reumatoide negativo.
Anojin tomó parte en la guerra civil rusa que se inició luego de la Revolución de Octubre en 1917. El encuentro con el comisario Lunacharski lo marcó para toda la vida. Esa vez le manifestó al jefe revolucionario su deseo de estudiar el cerebro humano para “entender el mecanismo material del alma humana”.
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A finales de la década de los setenta del siglo XX, cuando cursé Fisiología, la cátedra la dirigía Anatoli Vitalievich Korobkov. Era el encargado en la Academia de Ciencias de la URSS para el estudio de la fisiología del deporte, jefe médico para la preparación de los equipos de la URSS participantes en los juegos olímpicos y directivo de la UNESCO.
Pero sinceramente y con mucho respeto debe decir que sus clases magistrales no me gustaban. Korobkov era monotemático: hablaba preferiblemente de la fisiología del deporte, materia en la que se destacaba y era un gran maestro.
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En 1981 el jefe de la cátedra era Nikolai Agadzhanián, estudioso de los cambios fisiológicos durante los vuelos cósmicos y uno de los médicos de Yuri Gagarin, el primer hombre es salir al espacio.
Las clases prácticas en el laboratorio eran muy interesantes. En la cámara de Goriaev contábamos glóbulos blancos y rojos. Medíamos la hemoglobina con el hemoglobinómetro de Sahli. Trabajamos con ranas, sapos y ratones. Repetíamos algunos experimentos para buscar, por ejemplo, los capilares que una vez encontró Malpighi. Otras veces venían unos técnicos y nos hacían demostraciones con perros o conejos.
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Recuerdo a las docentes Inna Vlasova Y Sofía Chesnokova por la manera paciente y amena de explicar los complicados temas de la Fisiología en el laboratorio, en cuyas mesas estaban colocados manómetros, microscopios y otros aparatos. Los manuales y libros con los cuales estudiábamos eran de la autoría de nuestros profesores.
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