UNA CLASE

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EN UNA CLASE MAGISTRAL

sábado, 28 de enero de 2017

EVOCACIÓN DE LA BIOQUÍMICA

EVOCACIÓN DE LA BIOQUÍMICA
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Las clases de bioquímica eran teóricas y prácticas. Las lecciones magistrales estaban a cargo del jefe de la cátedra Beriozov y los docentes Chernov y Zanin .  Beriozov abordaba cualquier tema, mientras que los otros eran especialistas en vitaminas  o en unas de las tantas sustancias de nuestro organismo como las hormonas. Las clases prácticas eran lo más parecido a un examen de laboratorio de esos que solemos solicitar a nuestros pacientes. Una vez nos tomamos muestras de sangre unos a otros para determinar los niveles de glucosa. Luego comimos algo y al cabo de  dos horas nos volvimos a medir la glicemia. En aquella ocasión todo eso nos asombraba; hoy, la cotidianidad de esos laboratorios  nos hace recordar esas clases con una sonrisa.
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Revisando las noticias me enteré de la muerte de Beriozov en el 2014. Había nacido en 1924. En los espacios de nuestra universidad se le rindió un gran y merecido homenaje antes de llevarlo cementerio.
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Beriozov quedó en mi mente como lo más parecido a un genio. Tenía una memoria portentosa. Pacientemente llenaba un vidrio colocado sobre el retroproyector  con una hilera de fórmulas y explicaba. Luego lo apartaba, tomaba  otro y lo volvía a llenar. Su método se reflejaba en las evaluaciones: nos exigían memorizar los componentes  del metabolismo a través de sus fórmulas.
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Una vez Beriozov  escribió letras y números para demostrar la conversión de los carbohidratos en lípidos. Luego respiro hondo y dijo:
-No crean que somos más listos que los hombres del pasado. Los antiguos sabían esto aunque no conocían las fórmulas, por eso alimentaban a sus animales con harinas, convencidos de que formarían grasa bajo su piel. Así obtenían el tocino, por ejemplo.
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Había iniciado sus estudios en Matemática y Física, pero la guerra lo sorprendió y con apenas 18 años ya estaba en el frente de batalla. Al finalizar la guerra decidió estudiar medicina.
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Se llamaba  Temirbolat Tembolatobich (era de Giorgia); pero ese nombre no lo pronunciábamos   y  preferíamos llamarlo por su apellido: Beriozov (1924-2014). Participó en la segunda guerra mundial. Fundó la Cátedra de Bioquímica de nuestra universidad y fue el primero de nuestros profesores en llegar a la Academia de Ciencias de la URSS como Individuo de Número y uno de los directivos de la Sociedad de bioquímicos de la URSS.
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Se dedicó a investigar las bases moleculares del crecimiento de las células tumorales. Estudió los fermentos, aminoácidos  y encimas de los tumores malignos en humanos y animales, especialmente en las leucemias. También buscaba algún medicamento contra el cáncer. En su especialidad patentó varios trabajos originales e inventos.
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Escribió diez manuales y su libro de bioquímica, escrito conjuntamente con el académico Korovkin, era el texto oficial para todos los institutos y escuelas de medicina de URSS.
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En el 2011, con motivo de cumplir nuestra facultad medio siglo, Beriozov intervino y dijo:
-Cuando camino por los pasillos oigo que los estudiantes murmuran sobre mí y dicen: miren, allí va el profesor más antiguo. A mí lo de “antichni” me suena  a pieza de museo.
El público lo aplaudió entre risas…





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