EVOCACIÓN DE LA ANATOMÍA
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La cátedra de anatomía de la Universidad rusa de la Amistad fue
fundada por el profesor Demetrio Zdanov, Individuo de Número de la Academia de
Ciencias Médicas de la Unión Soviética. Al mismo tiempo Zdanov, quien fue presidente
de la Asociación Internacional de Anatomistas, dirigía la cátedra de anatomía
del Instituto Médico de Moscu Nro 1, que lleva el nombre de Sechenov, precursor
de Pavlov en las investigaciones del sistema nervioso.
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En la entrada de la cátedra hay
un cuadro de la Lección de Anatomía del Doctor Tulp , de Rembrandt. Arriba del
mismo una inscripción: “Aquí los muertos ayudan a los vivos”. Luego están tres
auditorios o salones con mesas de mármol para colocar el cadáver. Con sólo
dejar el documento de identificación uno podía retirar réplicas de huesos para
llevar a casa y estudiar. En el sótano está la morgue propiamente. Entramos a
la clase no más de siete personas con un cadáver. Pero las lecciones
magistrales son para todos, se hacen en un anfiteatro amplio y son dictadas por
Nina Vasilevna Krilova, una señora gorda pero muy alta, enérgica y dinámica.
Una vez se me acercó, me acarició el afro y me dijo: es mejor que un gorro para
protegerse del frío.
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Uno recuerda con gratitud a Enma
Mujanovna, Pavel Matievichi, Vera Pavlovna, quien hacía investigaciones sobre
trasplantes de órganos; Iskrenko, siempre seria y estricta; Krivski, uno de los organizadores de la morgue
y quien solía encender un cigarrillo en cada “pirirrif” (recreo).
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En las pruebas, Kopeikin, un
profesor joven, acostumbra hacer un corte con el bisturí en cualquier parte del
cadáver y preguntar repentinamente el lugar anatómico que seccionó. En una
ocasión Vera Pavlovna, reprendió a
alguien que colocó su gorro invernal sobre la cabeza de un modelo plástico del
cuerpo humano. ¡Tenga usted una conducta acorde con su condición de futuro
médico, el cuerpo humano es sagrado, respete!, le dijo. Vera Pavlovna también
en una defensa doctoral pidió aplazar al aspirante porque el mismo, según ella,
trataba irrespetuosa e inhumanamente a los perros en los experimentos.
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Cuando me correspondió preparar
unos músculos, en cuanto hice un corte una pelotita de grasa saltó hasta mis
labios. Escupí y dije unas palabrotas. Emma, la profesora me llamó la atención
por las supuestas groserías. Me defendí negándolas. Entonces me espetó: “no
mienta, que por lo menos entiendo del español las mentadas de madre”.
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Una vez Yura, un estudiante ruso
y que siempre estaba deprimido, en una
lección con el cadáver de una anciana, observó en el mismo, en un muslo, cerca
de los genitales un tatuaje en forma de corazón con un letrero: “Sergio, te
amo”. Desde ese entonces Yura andaba más
pensante, más lúgubre y mascullando que vivir es muy triste. Se dan
cuenta – dice – la vida es nada, todo se acaba. Esa mujer amó, y ahora está
aquí, desnuda bajo nuestros cuchillos. Con el tiempo le diagnosticaron
esquizofrenia.
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Estudiábamos
anatomía con el libro de Prives . Mikhail Grigoryevich Prives era un anatomista del Instituto de Medicina de Leningrado I.P Pavlov, cuyos manuales se
usaban en todas las facultades de medicina de la URSS. Pertenecía al grupo de científicos encargados de investigar los cambios en sistema
cardiovascular durante los vuelos cósmicos.
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El Museo de Anatomía tiene dos
pisos. Alberga exposiciones, preparados en formol y huesos de todas las partes
del cuerpo humano. Hay una galería de retratos con los más destacados hombres
en la historia de la anatomía. Las vitrinas tienen al lado mesas y sillas para
estudiar. En el museo hay también colecciones de embriología, antropología y
placas de rayos X relacionadas con la anatomía. Iskrenko dirigía los trabajos de
disección entre los alumnos y seleccionaba los mejores preparados para dejarlos
en las vitrinas .Yo solía entrar a ese recinto con respeto y en silencio como
si estuviera en un templo.
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Estuve hurgando en mi biblioteca
y sólo encontré un folleto de Krilova sobre miología. Tenía varios de esos
libritos, que para mí n un gran valor sentimental, pero los he ido perdiendo de
mudanza en mudanza.
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Muchos años después regresé a
Moscú y visité la Facultad de Medicina. Fui al museo, entré a la morgue y visité uno de los salones donde
teníamos clases. Allí estaba un grupo de jóvenes con sus batas y gorros blancos
rodeando a su profesor. Sobre la mesa de mármol estaba un cadáver, iluminado por la gran lámpara
del techo. Sobre un estante se podían ver varios atlas y un libro. No precisé si el
manual era el de Prives. Ahora hay muchas obras extranjeras traducidas al ruso,
como el de Anatomía y Fisiología de Faller.
Pedí permiso y les dirigí unas
palabras. Les dije que hace tiempo estuve en este recinto y estudié anatomía con la misma
emoción como ahora lo hacen ellos, emoción que ahora se ha transformado en
gratitud y nostalgia. Me escucharon con
mucho respeto y sonrieron para una foto.
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Ahora asocio algunas lecturas
con la anatomía. El médico y poeta alemán Gottfried Benn, luego de haber
realizado 200 disecciones, transformó su
experiencia anatómica en obra poética. Su primer libro “Morgue y otros poemas”
(1912) rompe con los esquemas estéticos
de la época. Su producción poética trata de la muerte, la putrefacción.
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“Quien no se conmueve ante el dolor humano
no tiene entrañas. Quien no filosofa frente a un cadáver no tiene entendimiento”. Esa frase de Letamendi parece
signar la obra de muchos poetas.
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José
Antonio Ramos Sucre en su poema
deslumbrante “El Cirujano” nos
recuerda la vital función de quienes ya no tienen signos vitales:
“Yo estudiaba la anatomía bajo la autoridad
de Vesalio y me encaminaba a aquel sitio
a descolgar los cadáveres mostrencos. El maestro insistía en las lecciones de
la experiencia y me alejaba de escribir disertaciones y argumentos en latín.
Uno de los adversarios, de origen
desconocido, pereció en el duelo. El registro de ninguna parroquia daba cuenta
de su nacimiento ni de su nombre.
Fue
depositado en una celda del osario y yo la señalé para satisfacer más tarde mis
propósitos de estudioso .Nadie podía solicitar las reliquias deplorables, con
el fin de sepultarlas afectuosamente. Yo no salgo de la perplejidad al recordar
el hallazgo de dos esqueletos en vez del cuerpo lacerado”.
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A principios del siglo XIX, en Rusia, un
alto representante del Ministerio de Educación exigió renunciar al estudio de
la anatomía con cadáveres “porque es
abominable y contrario a Dios usar al hombre,
hecho a imagen y semejanza del
Creador, como preparado anatómico”. En la Universidad de Kazán
los preparados fueron colocados en un ataúd especial para la ocasión y
enterrados en el cementerio con todos los ritos fúnebres de rigor.(Vagner,
1986). La prohibición de uso cadáveres humanos para las prácticas de anatomía
se mantuvo hasta el Renacimiento, por cuanto se consideraba una ofensa a la
dignidad humana.
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Lambayecano escribió una oración
para que el estudiante de medicina
recordara siempre la condición del ser que ahora sirve a todos después
de la muerte.
ORACIÓN AL CADÁVER (fragmento)
Al curvarte con la lámina dura
de tu bisturí,
sobre el cadáver desconocido,
acuérdate que este cuerpo nació
del amor de dos almas;
creció untado por la fe y la
esperanza,
de aquella que en su seno lo
abrigó;
sonrió y soñó los mismos sueños
de los niños y de los jóvenes.
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En una morgue pensamos en la vida que tuvo
quien ahora es el cadáver que yace bajo el escálpelo; pero también meditamos
sobre la propia y hacemos indagaciones sobre el significado del existir y los
sentimientos contradictorios que siempre nos acompañan. El amor siempre está
presente como en el famosos poema de Fernando R. Cesteros:
ANATOMÍA LÍRICA (fragmento)
Llegamos al salón triste y
sombrío,
abrimos los estuches de
escarlata,
y fuimos todos, sobre el mármol
frío,
poniendo el vario instrumental
de plata.
Y trajeron la muerta, rebosante
de juventud, espléndida y
radiosa ,
desnuda como Venus, deslumbrante
y suave como un pétalo de rosa.
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El afamado y muy celebrado poeta español José Hierro escribe un poema
que puede remitirnos , fácilmente, a un
estudio tomográfico o angiografía , o tal vez a la virtopsia, esa forma de
necropsia con técnicas avanzadas radiológicas, que permite estudiar el cadáver
sin abrirlo:
LA LECCIÓN DE ANATOMÍA DE
REMBRANDT-TULP
Los tiempos cambian, Rembrandt.
No es preciso
romper el coco: no hay que ser
violento.
Cójase un vivo, al que sin
previo aviso
se le inyecta en las venas un
pigmento.
El contraste ni raudo ni remiso,
llega hasta el arrabal del
pensamiento.
(Los voyeurs, observando la
pantalla
aplauden si el paciente se
desmaya).
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Una vez atravesaba en bus
turístico las calles de La Haya. Recordé que el Mauritshuis se encuentra el
cuadro de Rembrandt “La lección de Anatomía del Doctor Tulp”. Evoqué mis clases
al iniciar los estudios de medicina y me acerqué al guía para que me permitiera
visitar el museo. Se negó argumentando que no estaba en la ruta; además, dijo: tardaras
muchas horas viendo las obras expuestas en esa institución cultural. Insistí:
soy médico y sólo quiero ver un cuadro. Lo convencí.